
–Tía, odio la filosofía. No se me da bien porque no entiendo de qué va ni por qué tengo que estudiarla.
Reconozco que cuando mi sobrina de 16 años me contó su problema, no supe reaccionar. No es que no se me ocurriesen respuestas: creo que el mundo no sería el mismo si no hubiesen existido Platón, Aristóteles, Kant, Descartes, Schopenhauer, Nietzsche, José Ortega y Gasset… Si ellos y otros muchos no se hubiesen cuestionado la esencia misma del hombre, de la existencia, de la vida en sociedad, de la religión, y de tantas otras cosas, hoy no estaríamos donde estamos. La filosofía es al pensamiento lo que la historia es a los acontecimientos.
Le podría haber dicho todo esto y mucho más, sí, pero ¿hubiese significado algo para ella? Al llegar a casa, ¿hubiese abierto el libro de filosofía con otro ánimo? Lo dudo mucho. Así que me puse a darle vueltas a cómo acercar la filosofía a la realidad de una mujercita de 16 años. ¿La verdad? No estoy segura de haberlo conseguido. Pero sí lo estoy de una cosa: si a los estudiantes no se les enseña a cuestionar el mundo que les rodea, ya sea a través de la filosofía o de otras disciplinas, estamos perdidos. Porque esto que hoy se llama fake news (noticias falsas) o posverdad es el resultado de la lenta desaparición del pensamiento crítico de una parte alarmante de la sociedad, de modo que lo que se discute no son las opiniones, sino los hechos demostrables empíricamente que contradicen lo que queremos creer. Y, a diferencia de la propaganda de toda la vida que se hacía en abierto y para todos en los medios de comunicación de masas, hoy los bulos llegan a través de micro canales que conectan micro (o no tan micro) tribus que se retroalimentan entre sí. Es peligroso. Muy peligroso.
¿Cómo se puede combatir? Fundamentalmente, a través de la educación, de una formación sólida que invite a los niños desde pequeños a cuestionarse lo que se les dice, a no comulgar con ruedas de molino, incluso si la información procede de la gente que más les quiere (nosotros mismos).
Ahora bien, hay otros modos de hacerlo y los profesionales de la comunicación somos agentes importantes para ello. Primero, porque a pesar del cambio de paradigma que estamos viviendo, seguimos siendo los principales intermediarios entre las empresas, las instituciones y los medios y, por lo tanto, responsables de una gran parte del contenido que circula por ahí fuera. Y segundo, porque somos los mejor posicionados para distinguir la buena de la mala información y tenemos una responsabilidad con nuestro entorno.
¿Cómo podemos los profesionales de la comunicación poner nuestro granito de arena en la lucha contra las fake news, los bulos, las mentiras pagadas, la propaganda maliciosa? Se me ocurren algunas maneras. Ahí van:
Dar nuestro apoyo a los medios. A lo mejor os suena a tontuna, pero yo me siento bien manteniendo las suscripciones a los principales periódicos nacionales y económicos y apoyando a mis nativos digitales favoritos. Siento que con ello apuesto a diario por el periodismo de calidad, sin duda la principal forma de plantarles cara a las noticias falsas.
Ayudar a los periodistas más allá de las historias que queremos colocar. Hay mucho profesional de la comunicación que sólo llama a los periodistas cuando quiere venderles una historia. Más allá de que esa no es la mejor manera de hacer nuestro trabajo porque no es el modo de construir relaciones duraderas basadas en la confianza, no hay que olvidar que los que somos expertos en determinados temas podemos ayudar mucho a entender los conceptos complicados a los periodistas. Si hacemos bien nuestra labor, los profesionales tendrán más armas para no caer en las redes de los que buscan venderles burras falsas.
Permitir que nos citen más a menudo. Hemos llegado a un punto en el que algunos medios aceptan que se les dé información sin que se pueda citar la fuente de la que procede. Esto da mucha libertad para hablar a los portavoces, pero acaba por restar credibilidad al que escribe. En la era de la posverdad, ¿por qué darle más credibilidad a una “fuente bien informada” frente a otra? La exigencia debería empezar por nosotros mismos.
Difundir noticias que aporten valor. Si hay algo que debería distinguir a las marcas que representamos es que el contenido que salga de nosotros sobre ellas sea verdaderamente de calidad. ¡Hay tantas empresas que utilizan de manera oportunista cualquier percha para que se hable de ellas!
Actuar con ética y transparencia. Esto no debería ni decirlo, pero la regla número uno es ¡no difundir noticias falsas! Es necesario asegurarnos de que la información que sale de nosotros y nuestro entorno es veraz y no mentir a los periodistas. Ahí lo dejo.
Educar a los que nos pagan el sueldo… Porque ellos no conocen como nosotros las reglas del juego y es nuestra responsabilidad que las entiendan y accedan al fair play. Y no sólo a los jefes: todos los empleados de la empresa deben entender la importancia de la información verdadera y distinguir entre una noticia y un rumor. Ellos pueden ser los mejores embajadores, pero también los peores enemigos de una marca.
…y a los que nos escuchan y creen en nosotros. ¿Quién mejor que los profesionales de la comunicación para ayudar a distinguir una noticia real de una falsa? Aunque a veces sea predicar en el desierto, sin duda podemos ayudar a que los que nos rodean tengan mejores elementos de juicio. Y animar a los más jóvenes (y no tan jóvenes) a informarse a través de varios medios, a no creerse todo lo que leen/oyen y a pensar críticamente.
Y ahora voy a intentar convencer a mi sobrina de que no descuide la filosofía… ¡Deseadme suerte!
Excelentísimo post, Sonia. No puede ser más verdad todo lo que comentas. A tu sobrina dile, de mi parte, que sin filosofía (entendida como la forma de cuestionarlo todo) será una marioneta de los gobernantes (que mire cómo se empeñan en quitarla de los planes de estudio!) Que reivindique su cara más revolucionaria. Sobre nuestra responsabilidad, ¡hay tanto por hacer…! Gracias por el ejercicio.
Gracias a ti Silvia. Sobre todo, porque mantienes muy alto el listón de los profesionales de la Comunicación.
Muy ilustrativo muy claro.
Espero que lo leamos muchos y tomemos nota.
Te felicito
Muchas gracias!