Brexit, Trump y los medios, ¿una cuestión de culpas?

Enviado el 23 septiembre, 2016 en Actualidad, Portada | Sin comentarios (aún)

Brexit, Trump y los medios, ¿una cuestión de culpas?

El éxito de Donald Trump en las elecciones primarias republicanas de Estados Unidos dejó al mundo con la boca abierta. E inmediatamente surgieron voces que achacaron este tan inesperado como espectacular éxito a los medios y la inusitada cobertura que le dieron a la campaña del magnate neoyorquino. La victoria del Brexit en el Reino Unido, no menos sorprendente, trajo consigo acusaciones similares y preguntas sobre hasta qué punto el papel de los medios había sido crucial.

Salvando las distancias, ambos fenómenos están entre los más importantes a los que nos estamos enfrentando en los últimos tiempos a nivel mundial porque modifican las reglas del juego y ponen en jaque el statu quo. Y ambos tienen muchos factores en común. Por ejemplo, un electorado harto del establishment que ve una oportunidad de reflejar su descontento en las urnas, sin pensar demasiado en las consecuencias. O miles de votantes que están viendo su propio estatus y empleo amenazados por una combinación letal de inmigración, libre comercio y tecnología (es decir, la globalización). Y que perciben la inmigración como la mayor amenaza a su bienestar futuro. Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, hay una sensación de orgullo herido, de que cualquier tiempo pasado fue más esplendoroso y que esa fuerza de potencia mundial no se va a recuperar. Esta situación es terreno abonado para el populismo, que ofrece soluciones simples a problemas cada vez más complejos.

La prensa lo sabe, y se ha volcado en la cobertura de los dos fenómenos durante todas las fases del camino. Nadie puede culparla por ello. Es consciente de que hay una gran historia detrás de Trump y del Brexit, digna de contar. Y de un cambio brutal: las elecciones ya no se ganan con los hechos (que han sido y son el centro de la campaña del quedarse en la UE o de Hillary Clinton), sino con altas dosis de emoción (perfectamente representada por Trump y los partidarios del Brexit).

Aquejados por sus propios problemas de crisis de identidad, crisis del modelo de negocio, crisis de la profesión, los medios se suman a estas carreras sin ser cien por cien conscientes de su responsabilidad y siendo cien por cien conscientes de que lo que vende periódicos son el Brexit y Trump.

Así las cosas, gana Trump en las primarias. Y surgen voces que dicen que sin una cobertura brutal por parte de la prensa (mayor que la de todos los candidatos demócratas juntos, según Gallup) la candidatura de Trump no hubiese tenido la legitimidad necesaria y se hubiese quedado en la anécdota que muchos creían que iba a ser.

Y gana el Brexit. Y la misma prensa se encarga de recoger media hora después que los británicos se arrepienten del resultado. Y son muchos los que acusan a los medios de irresponsables. ¿Cómo habéis podido haceros eco de las mentiras de los políticos sin contrastarlas? ¿Por qué no habéis dado alguna muestra de imparcialidad? ¿No os dais cuenta de lo que habéis hecho?

Que los medios deberían sentarse, analizar todo esto y sacar sus propias conclusiones es obvio. El mundo está cambiando y la prensa ha de preservar su papel y ejercer la responsabilidad que se le presupone si no quiere convertirse en irrelevante. Pero mi pregunta va más allá. ¿Qué hubiese pasado si los medios hubiesen actuado según los mejores manuales de buenas prácticas?

Vaya por delante que no tengo ni idea de la respuesta. Pero planteo la pregunta tras analizar quiénes son las personas que con sus votos nos han llevado a hablar de todo esto. En el caso de Trump, aunque se ha hablado mucho de que el grueso de sus votantes son trabajadores blancos sin estudios, no es tan simple. Los informes indican que los que le votaron en las primarias eran mayoritariamente conservadores no ortodoxos, sin problemas económicos, pero preocupados por el futuro de sus hijos, que se sienten muy blancos y rechazan a los inmigrantes y lo que representan. Los votantes del Brexit, mayores en su mayoría –y, por lo tanto, lectores de prensa y seguidores de otros medios tradicionales-, son conservadores y blancos, pero no ineducados: muchos tienen estudios universitarios.

Es decir, que ni en el caso de los británicos ni en el de los estadounidenses hablamos de votantes aislados o desinformados. Muy probablemente la prensa jugó su papel. Ahora bien, no olvidemos que las opiniones son un producto por un lado de la información (que se recibe a través de la prensa y otros muchos medios) y por otro, de la predisposición, de las propias creencias que filtran esta información. Las personas tendemos a creer aquello que concuerda con nuestras convicciones, pero no lo contrario. O, lo que es lo mismo, casi nadie acepta una versión de la realidad que le presenta alguien que no siente que está en el mismo lado, por lo que acuden a los medios en busca de teorías e informaciones que refuercen lo que ya creen y no para contrastarlo. Y la prensa cocina para sus lectores, consciente de que si no encuentran en ella lo que buscan ira a encontrarlo a otro lado. ¿Le resta esto un ápice de responsabilidad a los medios? En absoluto. Pero tampoco nos volvamos locos. Los votantes no son ni tontos ni irresponsables. Mi abuela no lo era: era una persona muy leía e interesada por todo lo que ocurría a su alrededor. Ahora bien, cuando un argumento no la convencía y ella esgrimía el contario, siempre zanjaba la conversación con la misma frase: “Lo siento, esto es así: lo dice el ABC”. Pues eso.

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