¿Cuánto le debe Donald Trump a sus habilidades como contador de historias?

Enviado el 16 septiembre, 2016 en Comunicación, Portada | Sin comentarios (aún)

¿Cuánto le debe Donald Trump a sus habilidades como contador de historias?

“Aquellos que cuentan las historias dominan el mundo”. Desde que me tropecé por primera vez con este proverbio americano, me lo grabé a fuego: creo que es una gran verdad. Hoy lo releo y me recorre un escalofrío. ¿Por qué? Porque las últimas encuestas sobre las elecciones presidenciales de Estados Unidos hacen que sea algo más que una posibilidad que el proverbio se transforme en sentencia y el mayor cuentista acabe por convertirse en el hombre más poderoso del mundo.

Tanto en Ohio como en Florida, dos estados claves en la carrera y muy necesarios para los republicanos, Donald Trump está por encima de Hillary Clinton. Y en las últimas encuestas, anteriores al desmayo de la candidata demócrata, la diferencia entre ambos en el conjunto del país apenas supera los cinco puntos. A menos de dos meses para las elecciones, esto quiere decir que Trump tiene una posibilidad real de ganar. Podríamos dedicar ríos de tinta a analizar los motivos, pero hay uno que enlaza directamente con el inicio de este post: Trump es un magnífico contador de historias y esa es una de las razones que le ha llevado tan lejos en la carrera hacia la Casa Blanca.

Puedes adorarle u odiarle, pero jamás te deja indiferente. Y ha logrado que sus mensajes lleguen a una parte importante de la población americana, aquella desencantada con el establishment, que se siente perdedora dentro de la globalización y que ha visto escalar posiciones a determinadas minorías en las posibilidades de lograr el cacareado sueño americano. Veamos cuáles son las armas de comunicación que Trump usa con absoluta maestría.

  1. Autenticidad. Nos guste o no, la marca personal de Trump no sólo es potente, sino que es auténtica. Todos sentimos que habla desde el corazón incluso cuando dice las mayores barbaridades. No lee ni usa notas cuando pronuncia un discurso y escribe sus propios tuits (tiene 11,5 millones de seguidores en Twitter).
  2. Alto y claro. Si algo no tiene Trump son pelos en la lengua. Le trae sin cuidado que sus mensajes no sean políticamente correctos; es más, busca el conflicto y asume riesgos estratosféricos. De este modo, muestra que sus convicciones son potentes y que no le importa lo que piensen los demás. Su verdad es su verdad.
  3. Todo o nada. Trump parece desconocer el mundo de los matices. Su discurso es siempre blanco o negro. Si estás entre sus enemigos eres malo. Si eres su seguidor, muy muy bueno. Y así te lo hace sentir cada vez que abre la boca. Esto, que no es necesariamente bueno, triunfa en un mundo en el que los políticos hacen lo que sea por no quedar mal ante posibles votantes.
  4. Entusiasmo. Trump pone pasión en todo lo que dice y lo que hace. Sólo con la energía de su voz al hacer una afirmación es capaz de entusiasmar a sus seguidores.
  5. Emoción. Ha sabido dar con las teclas que más tocan el corazón de la gente. Los inmigrantes nos quitan el empleo, ergo hay que deshacerse de los inmigrantes. Y ha hecho sentir a muchas personas que pueden decir en voz alta aquello que solamente se atrevían a susurrar en el salón de su casa.
  6. Acción. El discurso de Trump está plagado de verbos. Es más, usa palabras que demuestran dominio, poder, capacidad de actuación. Pelear, luchar, destrozar… su lenguaje intenta demostrar que es capaz de hacer que las cosas ocurran frente al lánguido establishment representado por los Clinton.
  7. Abraza a la audiencia. El candidato republicano tiene una habilidad especial para incluir a la gente en sus apariciones públicas. “¿Estáis listos para hacer Estados Unidos grande otra vez?” Usa el nosotros siempre que puede y hace gestos inclusivos con los brazos, consiguiendo que sus seguidores se sientan parte de algo grande.
  8. Huída de los detalles. Cada vez es más obvio en todo el mundo que los detalles de los programas políticos cuentan cada vez menos. Las afirmaciones generalistas han dejado de ser una lacra para convertirse en el día a día de la comunicación política. Más que nada, porque el votante las compra.
  9. Contacto visual. Si todo lo anterior se adereza con un buen uso del lenguaje no verbal, el mensaje llega. Y Trump no rehúye el contacto visual, sino al contrario. Esto hace que el interlocutor se sienta importante y le perciba como auténtico y creíble.
  10. Titulares. En la era de las redes sociales, Trump no sólo se ha convertido en el media darling más odiado por los medios, aunque suene a oxímoron. También es adorado por las redes sociales porque constantemente les proporciona material para conversaciones, tuits, posts…

Cuánto le debe Donald Trump a sus dotes como storyteller en su ascenso en la carrera presidencial es difícil de decir. Lo que es obvio es que es un buen comunicador porque su mensaje no sólo llega, sino que cala. Hasta tal punto que los que no se lo tomaban en serio están muertos de miedo. Desconozco quienes han sido sus maestros, pero me quito el sombrero. Ahora bien, sería muy triste que un gran cuentista como él, que utiliza la demagogia y las no verdades con maestría, se alce con el triunfo. En ese caso, los que le hemos servido de altavoz –y este post es una gota más– nos lo tendremos que hacer mirar…

Comparte en tus redes:

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *