No hay mes en que no me entere de que un ex compañero de prensa se ha pasado al terreno de la Comunicación Corporativa. No es ninguna sorpresa: la crisis de los medios ha traído consigo despidos y más despidos, lo que está llevando a muchos a refugiarse al otro lado, este que algunos llaman el lado oscuro. El Informe Anual de la Profesión Periodística 2014, publicado por la Asociación de Prensa de Madrid (APM), indica que de los 2.167 periodistas entrevistados, un 53% trabaja para los medios y un 47% en Comunicación Corporativa. Es decir, ¡muchísimos!
Como yo misma hice esta transición allá por 2008, cuando en España empezamos a llamarle crisis a eso que los medios ya llevaban un tiempo viviendo, me atrevo a lanzar algunas sugerencias a los que están pensando en dejar el periodismo activo por la comunicación.
Para empezar, hay una serie de características o hábitos que los periodistas empleamos en las redacciones que nos resultan muy útiles en el trato con las empresas. Algunos de ellos son:
1.Vemos titulares: nos sentamos en una reunión cualquiera o en un comité de dirección y detectamos historias que contar allá donde los ingenieros o economistas que se sientan a nuestro lado sólo ven números.
2.Convertimos torrentes de datos en relatos capaces de despertar las emociones: Sabemos que la mayor parte de la gente se va a quedar fría si nos limitamos a contar en una nota de prensa que nuestra empresa va a crear mil empleos en Villaconejos de Abajo. Pero si buscamos a los parados de esa zona y contamos sus historias la cosa cambia.
3.Conocemos el funcionamiento y los horarios de las redacciones: Es decir, que ni vamos a convocar una entrevista a las 9,00 ni a llamar al redactor jefe a las 20,00 a ver si se ha publicado nuestra nota de prensa.
4.Hablamos el mismo lenguaje que nuestro nuevo cliente… que no es otro que el colega con el que ayer tomábamos café. Sabemos los ingredientes que necesita para poder vender una historia y, lo que es mejor, ¡ahora están a nuestro alcance para poder proporcionárselos!
5.Sabemos trabajarnos a las fuentes dentro de la propia empresa y ganarnos su confianza: Si teníamos tapados en los consejos de administración de varias empresas del Ibex 35, ¿cómo no vamos a ser capaces de ganarnos a nuestros nuevos compañeros?
6.Estamos acostumbrados a trabajar bajo presión y con deadlines muy ajustados: Nuestros nuevos colegas se echan a temblar cuando el jefe les pide algo para mañana. Nosotros no: sabemos lo que significa que haya que cambiar el periódico de arriba abajo a dos horas del cierre.
7.Resumimos y además lo hacemos bien: ¿Por qué será que en el mundo empresarial a todos les cuesta tanto resumir sus textos o presentaciones? Los que hemos escrito en periódicos sabemos ajustarnos sin dificultades a los espacios pequeños.
8.No le tenemos miedo ni al presidente ni a los stakeholders más guays: Como periodistas, nos hemos acostumbrado a hacerles todo tipo de preguntas a personajes importantes. No nos va a entrar un ataque de pánico cuando el consejero delegado se dirija a nosotros.
9.Hablamos claro y planteamos las preguntas incómodas que nadie más hace: Y, por curioso que parezca, nos lo agradecen. No es cierto que sólo los pelotas triunfen. Hay directivos que valoran la inteligencia y el coraje, precisamente porque no siempre abundan a su alrededor.
10.Reaccionamos con rapidez: Solemos tener una mente ágil que nos ayuda a darnos cuenta pronto de las cosas. ¡Usémosla!
¿Qué más se os ocurre? ¿Por qué no lo compartís con nosotros?
Hasta aquí, la parte positiva. El próximo día seguimos con las dificultades que se encuentra un periodista al entrar en una empresa, que no son pocas.
La revolución digital comenzó hace 25 años y aún no sabemos cuando acabará, sus cambios se sienten cada vez más rápidos y la adaptación puede ser tortuosa si uno se duerme en los laureles, no es lo mismo comprender las nuevas tecnologías que estar a la vanguardia y aprovecharlas para un completo desarrollo. No es lo mismo tener un procesador de textos que una máquina de escribir, ni debemos dejar pasar comba de «el internet de las cosas» o IoT.
Es una revolución por la velocidad a la que se desarrollan las Apps, por cómo se emplean y el giro que dan sus usos.
Abrumada como tú por estos hechos estoy convencida de que unidos sabremos cómo sacar de ello el mejor provecho, tanto de usuario como laboralmente. ¿Nos reinventamos?