Un relato para el PSOE, para el PP, para Podemos…

Enviado el 28 octubre, 2016 en Comunicación, Portada | Sin comentarios (aún)

Un relato para el PSOE, para el PP, para Podemos…

Atención queridos periodistas, contadores de historias, comunicadores: los políticos nos necesitan. Sí, es verdad, siempre nos han necesitado, pero no siempre se han dado cuenta. En la legislatura que empieza, parece que algo va a cambiar. “El PSOE necesita un relato; ha defendido cuestiones muy importantes pero quizá de forma inconexa”, decía recientemente Patxi López en una entrevista con El Correo. “Rajoy busca un Gobierno que comunique mejor”, aseguraba esta semana El Confidencial Digital. “Necesitamos un relato y una memoria que dote de identidad a la gente nueva que llega. Probablemente esta sea nuestra lucha política más importante”, esgrimía hace unas semanas Pablo Iglesias.

Teniendo en cuenta el tiempo que lleva inmersa España en una continua campaña electoral, da la impresión de que la ambición de construir un relato propio llega, cuando menos, tarde. Pero teniendo en cuenta que esta nueva legislatura se vislumbra como una prolongación de la susodicha campaña, con mucho en juego por parte de todos los principales partidos, más vale tarde que nunca.

¿Y por dónde deberían empezar nuestros políticos, además de por contratar a unos cuantos periodistas, contadores de historias y comunicadores que entiendan de esto? (No me acuséis de publicidad encubierta, porque de encubierta nada; nunca está de más romper una lanza por la profesión).

Un primer paso sería entender de qué se compone un buen relato político. Según los profesores expertos en comunicación política Orlando D’Adamo y Virginia García Beaudoux, “sirve para transmitir valores, objetivos y construir identidades. Es una historia persuasiva que actúa a modo de marca de un partido, líder o gobierno. Moviliza, seduce, evoca y compromete mediante la activación de los sentidos y las emociones. Confiere identidades de nosotros y ellos, define objetivos y propone una visión del pasado, del presente y del futuro”. A mí me gusta pensar que un relato es la letra que da sentido a la música de las propuestas concretas.

Ya tenemos el marco; vayamos a por los ingredientes, siempre según los expertos.

  1. Valores compartidos: Más allá de las propuestas concretas, se trata de buscar aquellos valores que en un pasado sirvieron para conectar con el votante y convertirlos en mantra. Con ellos en mente y sin perder de vista la brújula, resulta más sencillo enlazarlos después a ideas más concretas. Por ejemplo, aquello de “nos hemos librado de un rescate” de Rajoy no es algo que conecte con el grueso de la gente. “El milagro económico español” de Aznar y Rato sí lo fue, porque realmente los españoles sentían que vivían mejor (otra cosa es como se desarrolló después la historia).
  2. Enemigos claros: No hay relato político que se precie sin un antagonista que sirva de pimpampum. De lo contrario, se trataría de mensajes blancos, que por desgracia no prenden en el corazón del electorado. Aquí a nuestros políticos no les suele faltar imaginación, pero hay formas y formas de descalificar al contrario. Por ejemplo, los discursos antiamericanos de Hugo Chávez o Vladimir Putin les llevaron a altas cotas de popularidad entre sus votantes.
  3. Visión de futuro: Es humano necesitar un cierto rumbo en el día a día. Y, en un país como España, acostumbrado al paternalismo del Estado, nos gusta que nuestros políticos parezcan preocupados por nuestro futuro y no sólo por ganar las siguientes elecciones. ¿Quién no recuerda a líderes visionarios que hicieron soñar a naciones enteras? ¿Martin Luther King? ¿Winston Churchill?
  4. Emotividad: La necesidad de conectar con las emociones de quién escucha es fundamental en cualquier tipo de comunicación que pretenda no ya influir, sino persuadir. Aunque sintamos que las decisiones importantes, como nuestro voto, las tomamos con la cabeza, nuestra intuición, nuestras tripas, nuestro corazón tienen un papel fundamental. A base de racionalidad pura y dura, no se ganan elecciones. Donald Trump está resultando ser un maestro, tocando día a día la fibra más sensible de aquellos estadounidenses que sienten que el sueño americano les ha pasado de largo.
  5. Simplificación: El arte de convertir problemas complejos o situaciones técnicas en cuestiones de las que cualquiera puede hablar tomando un café es clave en política. Un buen ejemplo es el modo en que las empresas energéticas tradicionales, ayudadas por gobiernos de todo el mundo, se encargaron de extender el mensaje facilón de que las renovables son caras. En el otro lado, la dificultad está en desmontar el argumento con palabras tan sencillas y fáciles de entender.
  6. Recurrencia: En comunicación, la repetición funciona. No me refiero al “no es no” de Sánchez, que no constituye en sí mismo un verdadero relato político, aunque haya tenido un efecto importante. Si no a la infinidad de mensajes que, a fuerza de repetirlos, pasan a formar parte del imaginario popular. Si ya se apela a tramas narrativas arraigadas previamente en la conciencia de la gente, el éxito está asegurado. “No lo olvidéis: la comunicación es el cincuenta por ciento de la batalla en la era de la información. Dilo una vez, dilo dos veces y sigue diciéndolo, y cuando hayas terminado, sabrás que aún no lo has repetido lo suficiente”, decía Bill Clinton.
  7. Metáforas: Enlazando con el punto anterior, si un mensaje se refuerza con el uso de la metáfora (entendida como la expresión de una realidad por medio de un concepto diferente con el que guarda cierta relación de semejanza), se quedará grabado en la mente del interlocutor. El maestro es Barack Obama: “Quiero acabar con la tiranía del petróleo”; “Quiero que mis hijas hereden un planeta más limpio”; “Quiero devolver el dinero a los bolsillos de los trabajadores”.
  8. Moraleja: Al final, de lo que se trata es de que el político o el partido en cuestión se alce como el único que es capaz de garantizar la estabilidad, crear empleo, alejar a los inmigrantes, acabar con el terrorismo… dependiendo del problema del momento. De todos los puntos anteriores, este es sin duda el que mejor le ha funcionado a Rajoy, así que no es probable que lo suelte.

Preparados, listos, ¡ya! Quedan pocos metros para la línea de salida de la legislatura. Como ciudadana, lo que me gustaría son unos años en los que nuestros partidos mayoritarios se pusiesen de acuerdo, firmasen pactos de estado necesarios y construyesen juntos el relato de una España unida y orgullosa de sí misma. Pero me temo que lo que vamos a ver es a los políticos de siempre y los (no tan) nuevos luchando porque prevalezca su relato por encima del de los demás para evitar caer en las redes de la manipulación de los contrarios. Y después vendrán las elecciones y todos le echarán la culpa al chachacha o al toro de Manolete (léase, a la comunicación).

Pero no adelantemos acontecimientos: cojamos papel y lápiz y veamos quién se lleva el gato al agua con el mejor relato político. Se admiten apuestas.

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